

¿Qué es el astigmatismo? Diagnóstico y tratamiento
¿Has escuchado alguna vez hablar de la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo? Es probable que sí. Son tan comunes que ya hacen parte del vocabulario diario.
Según la Organización Mundial de la Salud, 150 millones de personas en el mundo tienen alguno de estos problemas de visión, conocidos como errores de refracción. Básicamente, lo que pasa es que el ojo no enfoca bien las imágenes en la retina, y eso hace que veamos borroso. En algunos casos, puede causar ceguera funcional.
El astigmatismo, por ejemplo, ocurre cuando la córnea —que debería tener una forma redondeada, como un balón de fútbol— se curva de forma irregular, más parecida a un balón de rugby. Eso hace que la luz se disperse en varias direcciones al entrar al ojo, y como resultado, las imágenes se ven distorsionadas o desenfocadas, tanto de cerca como de lejos. Es como si se tuviera una cámara que nunca termina de hacer foco del todo. En América Latina, según la OMS, hay alrededor de 3 millones de ciegos y el número de personas con una visión deficitaria supera los 15 millones.
La buena noticia es que la humanidad tiene cómo enfrentarse a estos problemas.
¿Qué es astigmatismo y qué provoca?
Para entender qué es el astigmatismo, imagina que tu ojo es como un balón de fútbol. En un ojo sano, ese “balón” es redondo, y eso permite que la luz entre y se enfoque bien en la retina. Pero cuando tienes astigmatismo, ese balón no es redondo. Tiene una forma más parecida a un balón de fútbol americano: alargado e irregular.
¿Qué pasa entonces? La luz es esencial para que puedas ver. Todo lo que percibes con tus ojos depende de cómo entra esa luz y se enfoca en la retina, que funciona como la portería de tu visión. Si el “balón” está deformado, la luz se dispersa, rebota en direcciones distintas y no llega bien a su destino. El resultado: imágenes borrosas, tanto de cerca como de lejos. El astigmatismo, sin embargo, no es igual en todas las personas: hay varios tipos, dependiendo de cómo se curva el ojo y cómo afecta eso la visión.
Tipos: astigmatismo corneal vs. lenticular
Cuando se habla de astigmatismo, no solo importa cómo está curvado el ojo, sino también dónde está el problema. Y por eso, hay dos tipos según su origen:
El astigmatismo corneal es el más común. Ocurre cuando la córnea, que es la parte externa y transparente del ojo, tiene una curvatura irregular. Como es la primera capa que recibe la luz, cualquier deformación allí afecta directamente la forma en que vemos. Es como si la superficie del balón estuviera mal hecha.
El astigmatismo lenticular, en cambio, sucede más adentro, cuando el problema está en el cristalino (una especie de lente natural que también ayuda a enfocar). En este caso, el balón puede parecer bien por fuera, pero por dentro tiene una forma irregular que igual termina distorsionando la luz.
Aunque ambos tipos provocan el mismo efecto: visión borrosa o distorsionada, y a veces pueden estar presentes al mismo tiempo, entender dónde está el problema en el ojo es clave para saber cómo tratarlo.
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¿Cuáles son las causas y factores de riesgo del astigmatismo?
Una de las principales causas del astigmatismo es el componente genético. Muchas personas nacen con esta condición o la desarrollan desde temprana edad, y suele heredarse de padres a hijos. Pese a eso, los médicos y los científicos aún no comprenden del todo por qué la forma de la córnea o del cristalino varía tanto entre una persona y otra.
Aunque se sabe que es común, como hemos dicho, y muchas veces hereditario, los factores exactos que determinan esa curvatura siguen siendo objeto de mucha investigación. También hay casos en los que el astigmatismo no es de nacimiento, sino que aparece más adelante. Puede desarrollarse tras una lesión ocular, una cirugía o como consecuencia de enfermedades como el queratocono, que altera la estructura de la córnea.
Por eso, y al hablar entonces de factores de riesgo, lo primero que hay que tener en cuenta es la herencia familiar. Si uno o ambos padres tienen astigmatismo, hay una alta probabilidad de que sus hijos también lo desarrollen. Este es el principal factor de riesgo.
Otros factores de riesgo incluyen ciertas enfermedades del ojo que alteran la forma de la córnea, como el queratocono, y también pueden influir las lesiones oculares graves o algunas cirugías previas, como las de cataratas, que pueden afectar la curvatura del ojo.
Eso sí: no es cierto que leer con poca luz o ver tele de cerca cause astigmatismo.
Origen hereditario y congénito
El astigmatismo puede estar presente desde el nacimiento. Muchas personas nacen con esta condición sin saberlo hasta que empiezan a notar síntomas visuales o se hacen su primer examen de visión. La causa más común en estos casos es genética: si en la familia hay antecedentes, es muy probable que se repita.
Traumatismos, cirugía previa y enfermedades
En otros casos, el astigmatismo no es hereditario, sino adquirido.
Puede desarrollarse a lo largo de la vida debido a factores externos que afectan la forma del ojo. Un golpe fuerte, una herida o una cirugía ocular —como las de cataratas— pueden modificar la estructura de la córnea o del cristalino y generar un astigmatismo. También hay enfermedades, como el queratocono, que hacen que la córnea se adelgace y se deforme progresivamente, provocando un astigmatismo más severo y difícil de corregir.
¿El astigmatismo puede desarrollarse en la adultez?
El astigmatismo puede aparecer en la edad adulta, incluso en personas que nunca habían tenido problemas visuales. A veces ocurre de forma gradual, y puede pasar desapercibido. Algunas personas notan que ven borroso de lejos o de cerca, que necesitan entrecerrar los ojos para enfocar o que sufren de fatiga visual o dolores de cabeza frecuentes.
Las causas pueden ser variadas: desde cambios naturales en la forma del ojo con el paso del tiempo, hasta lesiones, cirugías o enfermedades como el queratocono. Por eso es importante realizar exámenes visuales de forma periódica, incluso en la adultez, para detectar cualquier cambio a tiempo y corregirlo antes de que afecte la calidad de vida.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes en el astigmatismo?
Hay que estar atentos, porque el astigmatismo no siempre se nota de inmediato. Muchas personas conviven con él durante años sin saberlo, hasta que empiezan a tener molestias visuales. La visión borrosa, la fatiga ocular o los dolores de cabeza frecuente suelen ser las primeras señales de alerta. Detectar estos síntomas a tiempo es muy importante.
Visión borrosa o distorsionada que causa el astigmatismo
Uno de los síntomas más comunes del astigmatismo es la visión borrosa o distorsionada, tanto de cerca como de lejos. Las personas pueden notar que los objetos se ven desenfocados, estirados o con sombras dobles, especialmente en ambientes con poca luz o al leer letras pequeñas.
Fatiga visual, dolor de cabeza y otros efectos que provoca el astigmatismo
Cuando el ojo hace un esfuerzo constante por enfocar correctamente, pueden aparecer molestias como fatiga visual, ardor en los ojos, lagrimeo e incluso dolor de cabeza. Estos síntomas suelen empeorar al final del día o después de actividades que exigen concentración visual, como leer o trabajar frente a pantallas.
Riesgos si no se corrige (ej. ambliopía, accidentes, peor rendimiento)
Si no se corrige a tiempo, el astigmatismo puede generar consecuencias importantes. En niños, puede llevar a problemas de aprendizaje y riesgo de ambliopía (ojo perezoso).
En adultos, aumenta el riesgo de accidentes, dificultades para conducir y bajo rendimiento en tareas que requieren precisión visual. Por eso, detectarlo y tratarlo a tiempo es crucial para evitar estas complicaciones.
¿Cómo se diagnostica esta condición ocular?
Detectar el astigmatismo es un proceso sencillo, indoloro y accesible.
El diagnóstico lo realiza un optómetra o un oftalmólogo mediante un examen visual completo que evalúa cómo el ojo recibe y enfoca la luz. Aunque muchas personas sospechan que tienen astigmatismo por síntomas como visión borrosa o fatiga ocular, solo un examen profesional puede confirmarlo y determinar su grado.
Las pruebas más comunes incluyen:
Refracción ocular: esta prueba permite saber cómo el ojo enfoca la luz. Se realiza utilizando un foróptero (el instrumento con múltiples lentes que se coloca frente a los ojos) o un autorefractómetro. El objetivo es determinar si existe astigmatismo, miopía o hipermetropía, y en qué medida.
Queratometría: esta medición evalúa la curvatura de la córnea, que es clave en el caso del astigmatismo. El queratómetro proyecta un pequeño anillo de luz sobre la córnea y calcula su forma según cómo se refleja. Es una forma rápida de detectar si la superficie del ojo es más curva en un eje que en otro.
Topografía corneal: en casos más complejos o cuando se sospecha una irregularidad mayor, se puede hacer una topografía corneal. Esta prueba crea un mapa detallado en 3D de la forma de la córnea, lo que permite identificar deformidades específicas, como en el caso del queratocono.
Prueba de agudeza visual: aunque es una de las más básicas, sigue siendo útil. Consiste en leer letras o símbolos a diferentes distancias para evaluar cómo se perciben los detalles.
Estos exámenes no solo confirman la presencia de astigmatismo, sino que permiten definir su tipo (corneal o lenticular), su severidad y la mejor forma de corregirlo.
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¿Cómo se corrige el astigmatismo?
La buena noticia es que el astigmatismo tiene solución, y existen distintas formas de corregirlo, dependiendo de cada caso. Algunas personas optan por gafas, otras prefieren lentes de contacto, y también hay quienes eligen opciones quirúrgicas para olvidarse del problema de forma definitiva.
Todo dependerá del grado del astigmatismo, el estilo de vida y la salud ocular general.
Lentes correctivos (gafas con lentes cilíndricas)
La forma más común y sencilla de corregir el astigmatismo es usando gafas con lentes especiales llamados cilíndricos. Estos lentes compensan la curvatura irregular del ojo y redirigen la luz para que se enfoque correctamente en la retina. Son fáciles de usar, no invasivos y suelen ser la primera opción para niños y adultos. Además, pueden combinarse con correcciones para otros problemas visuales, como miopía o hipermetropía.
Lentes de contacto tóricas
Para quienes buscan una alternativa a las gafas, existen los lentes de contacto tóricos, diseñados para adaptarse a la forma irregular del ojo. Estos lentes tienen una geometría especial que les permite mantenerse en la posición correcta y corregir el astigmatismo de forma efectiva. Son ideales para personas con una vida activa o que practican deporte. Eso sí, requieren una buena higiene y adaptación, y deben ser recetados por un profesional.
Cirugía refractiva: LASIK, PRK, SMILE, ICL
En los casos en que se busca una solución definitiva, se puede recurrir a la cirugía refractiva. Hay varios tipos, y la elección depende del tipo de astigmatismo, el grosor de la córnea y otros factores oculares:
- LASIK: la más conocida. Se levanta una fina capa de la córnea, se remodela con láser y se vuelve a colocar. Es rápida, con recuperación casi inmediata.
- PRK: similar al LASIK, pero sin levantar una capa de la córnea. Es una opción para quienes tienen córneas delgadas.
- SMILE: una técnica más moderna y menos invasiva, que extrae una pequeña parte interna de la córnea sin necesidad de cortar una lámina completa.
- ICL: implante de una lente interna entre el iris y el cristalino, ideal para astigmatismos altos o cuando la cirugía láser no es viable.
¿Cómo saber cuál es la adecuada para mí?
No todas las opciones funcionan igual para todas las personas. Por eso, es fundamental acudir a una evaluación con el optómetra u oftalmólogo. Solo un examen completo permite saber cuál es la opción más segura, efectiva y duradera para cada caso. Factores como la edad, el estilo de vida, la salud ocular y el grado del astigmatismo influyen en la decisión.
En algunos casos bastará con unas gafas bien formuladas; en otros, un lente de contacto puede hacer la diferencia. Y si el objetivo es prescindir de correcciones externas, la cirugía puede ser el camino. Lo importante es tener opciones… y buena información para elegir.
¿Por qué elegir Clínica de Oftalmología Sandiego para tratar el astigmatismo?
Justamente porque es importante detectar los síntomas a tiempo y contar con un acompañamiento adecuado que permita saber cuál es el camino a seguir, es que hay que buscar a los mejores. En la Clínica Oftalmológica Sandiego contamos con un equipo altamente capacitado de optómetras y oftalmólogos, tecnología de última generación para diagnóstico preciso, y tratamientos personalizados para cada tipo de astigmatismo.
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Preguntas frecuentes sobre el astigmatismo
¿El astigmatismo tiene cura?
El astigmatismo no tiene una “cura” en el sentido tradicional, pero sí tiene corrección. Con gafas, lentes de contacto o cirugía refractiva se puede lograr una visión nítida y estable. En muchos casos, la cirugía puede eliminar el defecto visual de forma permanente. Lo importante es saber que no es una condición peligrosa si se trata adecuadamente.
¿Qué pasa si tengo astigmatismo y no uso lentes?
Si no se corrige, el astigmatismo puede generar molestias constantes como visión borrosa, fatiga ocular, dolores de cabeza y dificultades para leer o conducir. En niños, puede afectar el desarrollo visual y causar ambliopía (ojo perezoso). En adultos, puede bajar el rendimiento en el trabajo o en los estudios, y aumentar el riesgo de accidentes.
No es algo que deba ignorarse.
¿Cuándo consultar con un oftalmólogo?
Lo ideal es consultar si se nota visión borrosa, molestias visuales frecuentes, necesidad de entrecerrar los ojos para ver mejor o dolores de cabeza al final del día. También se recomienda hacer controles periódicos, incluso sin síntomas, especialmente si hay antecedentes familiares de astigmatismo u otros defectos visuales.
¿Puede empeorar con el tiempo o por usar pantalla?
El astigmatismo no empeora por ver televisión de cerca ni por usar pantallas, como se suele creer. Son mitos comunes. Sin embargo, con el tiempo puede cambiar su grado, especialmente si es de origen progresivo o si hay enfermedades como el queratocono.
El uso excesivo de pantallas sí puede generar fatiga visual, lo que puede agravar los síntomas, aunque no la condición en sí.
¿Qué riesgos implica dejar el astigmatismo sin corregir?
Dejar el astigmatismo sin corregir no solo afecta la calidad de vida, sino que puede tener consecuencias más serias. En los niños puede interferir con el aprendizaje, el desarrollo de habilidades visuales y el rendimiento escolar. En adultos, puede causar errores en tareas cotidianas, menor concentración y más riesgo al manejar. Además, el esfuerzo constante por ver bien puede generar dolores musculares, cefaleas y agotamiento visual.